Tal vez valió la pena
no entender la niebla
ni las luces leves, ni las estridentes
verdes, blancas y rojas… cambiantes,
ciegas como si trampas fueran…
quizás no, no fue buena idea,
esperar que el sol deshiciera la mañana
como un Cristo revolucionario de ira
en un templo atestado de mercaderes
y empezar la revolución…
Otra vez!
Solo yo lo sé
o debería, saberlo, tal vez,
me gusta esa manera de ser mía
de rozar siempre abrazando esa línea
de decepción absoluta,
pusilanimidad y fracaso,
de insustancial vacío azul cielo,
de mediocridad necia y fría…
que espera árboles como sufrientes laocontes
por el tiempo y la vida,
la humedad y a la muerte…
figurantes que miran agazapados en paradas de bus
que sueñan con provocar muertes atroces
sufrimientos maximos, mientras esperan
la línea 1 que va a las trescientas…
O qué se yo!
Tal vez fue fácil
dicen ellos y yo mismo,
dentro en mi cabeza,
como quien deja una bomba y espera…
donde nadie puede oír
donde están todos ellos
mis monstruos favoritos… que si oyen
y hablan y gritan y quieren…
y aún así, la soledad asola.
Ellos, los de siempre!
Quizás todo era aquel adverbio de pérdida,
buscado tras la sombra
de aquella tarde sin luna
de un julio cálido y ocre
donde me sabía todo el guión
de mi papel secundario…
dispuesto a robar la escena…
pero no quise actuar
No por nada, un poco por todo
y por falta de ganas.
Eso era todo, mientras…
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