Hablo con una señora enorme
de jersey de rayas inmenso
paseada por un perro beige y minúsculo
que recoge su mierda
y la lleva en una bolsa en la mano,
sin tener ninguna necesidad
de saber para qué y qué hará,
antes de llevarse su inmenso cuerpo,
le digo buenos días
y le cuento que Ortiz me ha felicitado
a su manera peculiar…
me ha regalado el titulo una canción
de un grupo de esos indie de los suyos
o puede que un primer verso de los míos
o el título de uno de los libros raros
de jugones que no existen
de los que escribe
o a lo mejor un epitafio perfecto…
“eres mi mejor no amigo!”
La señora, inmensa en la mañana
me mira, de abajo arriba muy despacio,
con sus rayas horizontales que siempre acentúan
más si son blancas y negras
robando escala a los maravillosos grises…
entonces, ella… me ha mirado tan mal,
con la mierda de su perro en la bolsa,
que no he tenido más remedio que rendirme,
agachar la cabeza y pedir perdón
por joderle la mañana
con mi pequeña felicidad, solo mía,
de sábado cualquiera
y amistad de impostor.
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